“Tomarse en serio la vida, como si la vida solo fuera cordura insufrible”.
En esto desperté pensando esta mañana, un jueves taciturno de tiempos postmodernos.-o eso es lo que dicen por ahí- , quizá porque he sentido que mis pensamientos se han vuelto acríticos de sus actos, como si estuvieran de alguna manera sublimizados por una especie de niebla incorpórea que alentiza sus ligeros movimientos. Esto al parecer, no es malo, dice Gabio: a veces es necesario beberse la vida de a sorbos, poco a poco, de manera que tome la mente el tiempo de analizar cuidadosamente sus inquietudes, o como dicen por ahí: suave….
No tendría ningún problema con esto si mi vida fuera menos compleja, tanto que raya en la locura muchas veces, en la obsesiva y anti pragmática importancia de lo que no debo ser. Si, lo que no debo ser, presa de los sentimientos, atiborrados de ímpetus y quereres, ¡malintencionados sean todos los pensamientos! Mea Culpa. ¡Sea toda mía la culpa!, esa desapercibida y engañosa duda que me llena de resquemores y al mismo tiempo de entenebrecidos desvaríos.
En fin, hablaba de tomarse la vida en serio, porque hoy quizá sea el último de tus días y el primero de tu existencia en la eternidad en la dicha o el infierno, tragarse la vida a bocanadas en un fútil esfuerzo de no perderte de ella, agarrarte hasta con las entrañas, distinguir de una vez y para siempre entre lo bueno y lo perverso, entre lo vivo y lo muerto….saber que te enfrentas a un universo inextinguible, circunspecto, que conjurará todos tus dislates, (si lo quieres) y que jamás volverás a ser el mismo..
Esto aunque algunos digan: ¡Oh, es traviesa!, ¿no ves que distinguir es fácil?, no!, no lo es, por lo menos para mí, una loca errante que quiere cambiar al mundo sin más peroles que una sonrisa, Ja!, esto no es más que sensiblería popular, una triste ironía con destellos de humildad – diría el sabio en sus laureles- pero para mí, la mortal y taciturna, la escribana de letras de fuego, la que enliana adagios y teorías en su mente, la que se nutre de historias ajenas y emociones prestadas, la lúcida por segundos, para mí, no es más que la obra del Divino, que llega al alma y se inmortaliza entre agujeros rotos y cascadas secas, poesía que riega el alma y la convierte en cánticos de imaginaria conveniencia y que llegan partiendo cada ligamento y regando las sustancias más profundas.
Bero Luna
18 de septiembre de 2014