Dos ojos amarillos te miran en la oscuridad.
Siguen tus pasos, sientes su presencia, más no le podrás ver, la noche es su aliada, las sombras son sus compañeras, la luna le sirve de guía, va siguiéndote despacio de esquina en esquina, de árbol en árbol.
Comienza el amanecer, el día despierta de su letargo empieza a clarear, los ojos se le empiezan a cerrar, tiene que buscar cobijo, un lugar donde descansar y esperar el ocaso para continuar su labor.
Recuperar tu rastro es su misión, cuando lo haga no lo perderá por que el es su protector.
Nada te podrá pasar mientras el vigile tu caminar.