“La Verdad bajó del cielo
y se puso a enseñar,
y anduvo como cordero
por salvar la humanidad.”
Cuando supe de ti ya era demasiado tarde,
habías abandonado el camino, dejado el estudio,
menospreciado a tus padres,
y te acercabas a un peligroso abismo.
Revisa tu corazón, muchacho, compara
la vida que, dices, vives, o esa otra, pasada.
Tú hacías un camino de aplicación y trabajo,
para orgullo de tu familia, por el Señor, apreciado.
Estudiabas con ahínco con denuedo trabajabas,
y con una condición: mucha humildad, ¡ah!, y amor.
Esas cosas de la vida, de la hermosa juventud,
te llevaron a mirar por los ojos de una joven
de humilde condición. Pero así es el amor,
no mira otros intereses, sólo su satisfacción.
Al principio todo fue muy simple y sin problemas,
ella parecía muy buena y tu corazón ganó,
tanto que se hizo tu dueña.
Tú querías sorprenderla y le mostrabas el mundo,
y pronto ella comprendió que éste le fascinaba.
Poco a poco te arrastró a una existencia fatua,
bastante te convenció y en nada le contrariabas.
Moda, paseos, status, alto nivel de amistades,
mil y una vanidades que tú no creíste malas.
Pero ella ahora es otra, toda entera transformada,
de ese ser angelical que te enamoró, ya nada
queda que reconozcas, y hasta piensas en dejarla.
Sólo que en el espejo, ¡también es otra tu cara!
Hoy te mientes sin darte cuenta, ya no piensas como antes,
no escuchas más a tus padres, ni concurres a la iglesia,
dejaste tus ideales debajo de alguna mesa,
y pasan por tu cabeza un piélago de necedades.
Con metas materialistas y distracciones mundanas,
viajes, ropas, fiestas, clubes, autos, ¡vanidades!, ¡vanidades!,
¿Recuerdas cuando buscabas la verdad y la virtud?
¡Tus padres pasan llorando tu perdida juventud!
“La Verdad bajó del cielo
y se puso a enseñar,
que las promesa y afanes
del mundo son vanidad.”
El tiempo que has perdido y todo el que perderás,
la inercia que te adormece, ¡te cuesta dar marcha atrás!
mientras tanto los años corren y es cada vez más difícil
detener esa vorágine que te arrastra sin piedad.
Como una desprendida roca en el espacio,
en el sol te quemarás… Muchacho,
mejor te detienes, ¡y vuelves a comenzar!...
“La vanidad no trasciende,
¡sólo existe una verdad!”