Extraños en un tren
El ruido a hierro sonó como un chillido, las zapatas de acero se pegaron a las ruedas y el tren disminuyó sensiblemente su velocidad, inmediatamente nuestros cuerpos quisieron seguir el movimiento, las luces parpadearon y enseguida el coche volvió a su iluminación natural, la música aún seguía sonando cuando una voz femenina anunciaba sobre la próxima parada. La miré a los ojos y en ella aún persistía una cálida mirada.
_Vamos a tomar algo afuera.
Ella tomó sus cosas, yo supuse que le gustaría relajarse, y si el tiempo de parada lo permitía, dibujar fuera del tren. Empezaban a asomar ya las señales y a los lados pasaban muy cerca las paredes de algunas casas algo precarias, niños pequeños corrían jugando cerca de las vías, un hombre llevaba con bastante esfuerzo un carro lleno de cartones, más casas, huecos y luego terrenos parquizados con cesped algo crecido, sorteamos un puente de hierro, había varios similares paralelos y por debajo una avenida, me sorprendió ver algunos coches de la policía dispuestos de una forma poco natural, cruzados, con sus luces azules parpadeantes y hasta cegadoras. Nos detuvimos finalmente. Las puertas pemanecían cerradas entonces el guarda pasó por todos los vagones informando que había ocurrido un accidente, que mantengamos la calma. Nos sentamos en clase única, y permanecimos juntos como si el beso hubiese sellado un pacto entre nosotros. Cuando vi ingresar al vagón por una de esas puertas guillotinas al periodista acompañado por dos uniformados sentí una señal de angustia, vinieron directamente a nosotros dos.
_Deberán acompañanos.
_¿qué significa esto?
_ha muerto una persona y necesitamos hacerles algunas preguntas.
_¿quién ha muerto?, ¿en el tren?
Ella permanecía callada y podía ahora ver en su rostro mucha preocupación.
_Ha muerto...y tomando una hoja de papel entre sus manos buscó con la mirada alejando un poco el papel de su vista.
_ha muerto el pasajero número 90.
Entonces por una de las ventanas vi como bajaban entre varios policías en una camilla forense el cuerpo de una persona en esa típica bolsa negra.
_mire en primer lugar usted es periodista y yo no tengo ni idea quien es el pasajero número 90.
_usted no pero ella si.
Había muerto el muchacho drogadicto. Bajamos al fin del tren, nos trasladaron hasta una oficina de la propia estación que una vez más era tan igual a todas las restantes, la puerta de madera estaba pintada de color verde inglés y tenía seis vidrios repartidos, en la pared un cartel de chapa color bronce rezaba \"jefe de estación\". Nos sentaron uno al lado del otro frente a un escritorio, del otro lado un señor robusto de bigotes amplios nos miraba con recelo.
_¿qué saben ustedes?
Antes que yo hablara ella dijo: _ no sabemos nada, él era mi vecino en los privados del coche cama, esta mañana se acercó a mi mesa en el desayuno, me saludó y me dijo que no soportaba que yo no lo amara y que se iría del tren.
_y por lo visto cumplió su palabra. /Todos rieron menos nosotros dos.
Era un muchacho joven, toda una vida por delante pero no supo admitir una pequeña derrota, ¿yo podría admitirla alguna vez?.
Nos dejaron ir, el tren aún estaba parado en el andén principal y mucha gente se había acercado para curiosear, otros pasajeros bajaron y brindaban detalles morbosos al periodista que aún estaba acompañado por los dos policías. Tuve miedo.
Hay redes en el cielo,
satélites, cámaras,
hay redes en el cielo
que nos vigilan,
ya no son simples ventanas.
Hay redes en el cielo
del progreso sin progreso
que no permiten
que llueva esperanza.
No quería tomarla de la mano, yo era una persona mucho mayor que ella, de hecho mis hijas eran algo mas grandes y supuse que muchos hablarían a nuestras espaldas.
_¿vamos a tomar una coca? El calor era insoportable, nos escabullimos habilmente y una vez comprada la gaseosa la abracé y la llevé hasta un puente de hierro que pasaba por sobre las vías, era de esos puentes típicos de hierro forjado trabajado a mano que servían para cruzar de andén y estaban siempre al final de la formación (o al principio dependiendo el andén), ahora si pude verla: la máquina era fenomenal, poderosa, jamás había visto una máquina de este tipo. Yo me había criado con un tío que era maquinista y siempre íbamos a despedirlo con mi madre y mi tía y algunas veces él me subía a la máquina y me enseñaba cosas, luego cuando murió encontré en un altillo los manuales de las máquinas diesel, pero ésta superaba todo lo que yo había visto y leído. mi tío siempre me decía \"en los talleres de Perez se hacía la máquina completa hasta que los ingleses pidieron que les paguemos la patente y allí fue cuando finalmente se desguazaron esos talleres...ahh cuando pasaba \"el tren obrero\" repleto de operarios que iban a Perez a trabajar, esa era otra época.\"
Se invade la forma
con un poquito de arena
y todo cambia hacia la ilusión,
(de tenerte)
el envase la encierra,
ajusta el tiempo
y vuela la imaginación,
el eco la transporta,
gira la botellita
y se va vaciando de sueños.
El cielo está límpido,
el aire aún es aire
y los pájaros vuelan,
entre las ramas del inmenso paraíso
te percibo
tu rostro suave,
sincero,
tu mirada increíble,
la botellita
aún girando
ya vacía de sed
y caricias
y me percato que me falta el beso,
limpio,
fresco, lento,
exacto o tardío,
beso color caramelo
_Aquí traía a mis hijas cuando eran pequeñas.
_Yo no quiero casarme, ni tener hijos, no comprendo a la gente que se casa, ¿para qué lo hacen?
_Cuando uno desea estar con una persona y juntos llegar a viejos decide casarse.
_Es una tontería, el amor no es eterno.
_Hasta que la muerte los separe, solo si la muerte nos sorprende rápido...así decía Ale Dolina.
_Lo conozco, alguna vez lo he escuchado o leído no se bien...Sabes, mi novio me dejó.
_¿quien puede ser capaz de dejarte?
_El lo hizo pero es mi culpa, tal vez te decepcionaría conocerme.
_No lo creo.
_Tengo miedo, volvamos, quiero irme muy lejos.
Elegiste bien, un lugar alejado,
anónimo, solitario, autobiográfico…
de sombras alargadas y triangulares,
piedras apiladas, caras afiladas y escalones,
allí como aquí la gente no se mira
ni siquiera se habla,
sigilosamente se ríen de los forasteros
in_sonoras comen con pocos todos sus dientes
y el amarillo y el ocre se desprenden
suaves y tiernos desde sus bocas hasta sus dedos,
porque las no_miradas son tiernas
y las ropas de colores.
Indiferentes,
como arbustos móviles,
floridos y perdidamente infinitos
pidiendo historias
devolviéndote tu propio eco...
en las paredes, inocentes,
hay figuras que te abrazan
y hay palabras que te empujan
y otras que te arrastran
como un péndulo te mueves
entre los lugareños dueños
y encuentras las mil razones
del tiempo y del castigo
y del olvido,
casi los mismos agujeros y vuelves
y la sequía de lágrimas para curarte
consiste inconsistente en el viaje,
un colectivo que llega a la tierra
y arenas de los nadies,
al lugar donde todos estuvimos antes,
escondidos entre los conos,
a hurtadillas merodeándote,
detrás de mentes alargadas como esas sombras,
de narices triangulares como aquellas,
caras, otras caras, peores caras
muy a pesar de los odontólogos,
muy a pesar de los grises y cementos
y en el final de la carretera
nadie te mira, ¿a quién le importamos?
¿Quién sabe que hay debajo de cada carne?
Un hombre, un nombre,
amor carnal, sangre sin emociones,
esqueleto
y tu te fuiste y elegiste
por encima de todo eso
y te sentiste bien.