Oscar Perez

La vida llama

La vida llama

 

Cortemos el dolor, consideremos

tijera la bondad del que resiste,

la tela de impaciencia que cubría

sus sueños, pero no su desespero,

cortemos la maldad, reconquistemos

la espada de la luz que abrió la noche

y en su oquedad de luna lanzó joyas

al vasto y maternal piso del mundo,

hermosa es la piedad del que acerca

a todos los caídos con su abrazo,

hermoso es que eso hagamos cada uno

sólo porque alguien gime en su abandono,

no tienen que pedirte que palpites,

ya lo haces y es muy bueno que recuerdes

que hay otros que precisan tu latido

para así resistir tanta miseria,

es bueno que a lo injusto pongas nombre

y plazo al hacedor de tanto golpe,

aquí no es solamente un no más llanto,

hay que arreglar las cosas para siempre,

que alcanzan para todos las estrellas

y el trigo de los campos y los peces

y el suelo en que millones se abigarran

mientras que en su palacio el rey se aburre,

no sólo pues calmantes a la viuda,

el nombre y el castigo a su verdugo,

no sólo el pañuelito a los ancianos,

el pan y la salud llene sus mesas,

la mano de los nietos, el amigo

que vuelve de la guerra y ya lo esperan,

no más que voluntades de abrir puertas

y nunca un paredón para el que es otro,

cada uno trae aquí su propia orilla,

qué océanos por ver traen al mundo,

qué bellos horizontes compartidos,

que falsa es la lección de amordazarlos,

que cese la maldad, afuera el lobo,

tendrá su estepa y carne y compañía,

no vino en vano al mundo si a la luna

le ofrece esos aullidos con el alma,

no quiero dividir la azul esfera,

hay sitio para todos en su aurora,

no quiero más dolor, no es para eso

que alguno nos fundó y nos puso nombres,

no es a vivir oscuros que vinimos

sino a ser repartidos con el alba,

a alzar las alegrías de estar vivos

y al muerto recordar honrosamente,

no es nada que no esté en cada camino,

en cada árbol frutal y buen molino,

vayamos a encontrarnos en la siembra,

vayamos a dejar de lado el odio,

que nos encuentre la mañana iluminados

y se diga qué bien, también yo vengo

a dejar mi oro en paz entre la gente,

a ser de la humanidad un fiel testigo,

vayamos con el sol, hay que abrigarnos

y es sólo despertar lo que nos falta,

hermanos, nos esperan en la mesa,

arriba, que es la vida la que llama.

 

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21 09 14