Días, meses, años...
¿Cuántas tardes resbalaron
en nuestros labios?
¡Cómo chapuceamos
sin darle importancia a nada!
Sobre la espalda de la mar
cabalgamos con los delfines
que dibujaban tu nombre
mientras arañaban a Dios.
Nos escondíamos en esa flor
media abierta y media loca
escapando de los abejorros
que solo nos traían el deber.
¡Pasamos de todo!
Nuestros píes se escondían en la arena
con tal de no correr, con tal de quedarnos
esperando ver hundirse el cielo
para apropiarnos de sus frutos.
¿A dónde se fue todo?
me hartan las preguntas sin respuestas
y sobre todo las respuestas que caen
hacia ninguna pregunta.
Hoy, firmamos ese papel.
Te podrás casar de nuevo y seguir...
Yo, ya me he casado con este pasado
que late sin siquiera tener sangre.
Has venido por hijos, por casa, por tardes en el parque,
por viernes con los amigos, por sábado en familia,
Y el domingo a preguntarte: ¡¿Qué diablos hago aquí?!
Yo, no se a qué he venido. A contaminar un poco, quizás...
Es probable, además, a contarles a todos
que tu has pasado por aquí.