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“La Dama de Rojo”

 

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Era domingo de Rodeo

Cuando llegó La Dama de Rojo

Vino silenciosa

Sin aviso

Sin presentación oficial

Sin jolgorio en bienvenida

Llegó

Sin equipaje

(Se le proporcionaría después)

Oscura

Como arrancada

A profundidades cavernosas

Fue mutando

Hasta el intenso púrpura

En derroche

Se supo que venía para quedarse

Por el trascendental espacio

De su existencia

Resultó irreverente

Imprescindible y fastidiosa

Pero

Ligera

Precisa

Renovada

Casi Puntual

Cuando faltó a una cita

Se extrañó tantas veces

Como tantas se quiso

Verla desaparecer

Y regresó

Regresó para anunciar la vida

Práctica mensual

Fue su rutina

De preconcebido espacio fecundo

Hasta que inició la partida

Entonces

Comenzó a irse

Poco a poco

A paso de gotas

Retomó el pardo

Perdió

Matiz

Vigor

Energía

Precisión

Intensidad

En su cada vez

Más tenue indumentaria

Decía adiós en los detalles

La desazón y el fuego

El insomnio y la tristeza

Dejaban una ausencia insobornable

Un triste sabor a “nunca más”

Una sentida nostalgia

Por lo inquebrantable

Que precede

La multiplicación

De la especie

Aunque se dude

Aunque se oculte

Aunque se niegue

Aunque duela despedirla

Y perderla para siempre

Jamás regresará

La Dama de Rojo.