Mamá, cuando yo vuelva a ser niño,
si volviera a nacer
y tú me preguntaras, con tu dulce cariño,
hijo ¿de mayor qué quieres ser?
respondería, mami, yo a tu mimo:
de mayor, mujer yo quiero ser.
Ya sé, mami, ya sé que eso no es posible,
pero espero que comprendas que ardo en deseos por saber
y sentir lo mismo que tú sentiste
y ese misterio que es la gestación de la vida conocer.
Quisiera saber cómo fué la convivencia
durante las nueve lunas que permanecí en tu ser,
si me porté bien, si fuiste feliz con mi presencia,
si después de esa experiencia
de nuevo desearas volverme a tener.
Qué pensabas cuando aún no me conocías,
cuando en el vientre te daba pataditas sin querer,
cuando si sería niño o niña no sabías,
si es verdad que tanto ansiabas ya verme aparecer.
¿Con qué palabras puede describirse la ternura
de la madre que al hijo coge en sus brazos en la primera vez?
La expectación, los miedos, la sorpresa, la esperanza y la dulzura,
todas esas emociones en un segundo reunidas en torno a su bebé.
Si es verdad que alguna vez de mi padre te acordaste,
cuando por culpa mía te hacía devolver,
cuando los inoportunos antojos te hacían insoportable,
¡os prometo que algún día os recompensaré!.
Recuerda, mamá, lo que te digo
que aunque volver a nacer no pueda suceder
ahora sólo pretendo ser tu hijo más querido
pero que me gustaría poder haber sentido
todas las emociones que has vivido,
que durante el embarazo percibe una mujer.