Ya no me aferro a trozos de corazón
que son principio y fin entre labios de agua.
ya no se me apelmaza la verdad, ni la mentira
hiriendo mi otra mejilla.
Ya no comprimo mis ansias de un cuerpo
manantial y desnudo de memoria.
Ya no estrecho recuerdos al llegar la alborada
entre mi pecho mientras se me va la vida.
Ya no presiono a la madurez a ser aceptada
por un ave de arena y espuma.
Ya no me doy tan fácilmente.
ANTONIA CEADA ACEVEDO