Si el amarte es pecado ahora,
mira como peco todos los días,
como te imagino a lado de mi cama,
despeinada y agitada,
con una sonrisa entre tus labios,
esos que me incitan a pecar,
que son rojos como la sangre de mis venas.
Si he de amarte pecando,
que no venga nadie a intentar salvarme,
prefiero consumir mi alma recorriendo tu piel,
recordando cada lunar que bese entre las sábanas.
Recordando la suavidad de tu ser,
la dulzura de probarte como la primera vez,
una y otra vez.
Hay que invitarnos a pecar,
que la luna no juzga a los amantes,
ni tacha a aquellos que se unen a su luz,
y gimen su nombre sin miedo.