Me dices que escriba más alegre
pero no puedo ver la luz en la noche.
Me dices que escriba más alegre
pero encuentro seco el mar.
Me dices que escriba más alegre
pero la veo a ella a menos de un metro
de distancia y no puedo decirla
todo lo que me gusta.
Me dices que escriba más alegre
y es que siento sus labios
que podrían besar cada ola del océano,
su sonrisa que podría quebrar
el eje de la tierra,
sus ojos azules,
su viento, su sol,
su mediodía ecuatorial que aparece a cada momento,
sus átomos marchitos por la soledad
de su fe.
Me dices que escriba más alegre
pero es que no puedo.
¿Qué pasaría si mañana no
tuviera un amanecer?
¿Qué sucedería si cada gota de
la galaxia extinta de mi mente
ascendiera a los cielos
y no volviese a la tierra cada
vez que lloro por ella?
Me dices que escriba más alegre
pero no puedo
y es que no hay luz ni mar
ni hay ella.