Diré que estar donde estoy no es lo mismo desde que te fuiste.
Y obviando el olvido (que realmente no existe),
sin más preámbulos, tú sigues siendo el grito que mantengo dentro.
Es extraño saberse vacía y al mismo tiempo estar llena... llena de ti.
Y sentir, que aunque pase el tiempo, los mismos recuerdos chocan y chocan
en las paredes carmesí de la caja que está bajo mi cabeza.
Ya sin poder derramar el llanto, sufro ésta agonía de puñales clavados,
que se extiende como las raíces de un bosque inmenso. Interminable.
Héme aquí, sin nada que me cubra. Con el frío en la piel ensimismado,
asomando la sonrisa que oculta la herida.
H. S. S.