No era yo, sino un ingeniero de amor mapuche. Era pez hermano entre Corea y La Paz. Era un mar de fuegos del mundo necio sin acabar. Era, afilado, mi lápiz, punta de alma sollozando plumas sordas de sal. Era río. Muecas de un hermano surfeando valses en este arrabal del sol. Aun así, no era yo. Si uno, nadie. Era el cartel de los sin frente agriando mis branquias. Ese hombre, esa mujer, sombra a los gritos. Era el poeta de los vencidos. ¿Qué otra cosa es el mundo sino un cúmulo de actitudes? Eso somos. Saturados, convencidos.
Pero no era yo, éramos nosotros.
No era yo.
Buenos Aires,
Agosto 2014