facundo valdez

A MI ADORADA MAGDALENA

Fuí una  esperanza nervuda

que en los riscos de la vida

sus garras entroniza

y que a veces queda muda

al ver el horror que le circunda.

No puedo alzar los ojos

a los cielos,

me asusta el brillar de sus estrellas

y como ser rudimentario tengo

 que conformarme con la inmunda

visión, del mundo que está abajo...

¿De que me pueden acusar ¡carajo!

si todos sufrimos

del amor el celo

mendigando contritos

el mendrugo de amor que requerimos

de un ser cruel vano y maldito,

dándonos cuenta con tristeza

que para llegar al cielo

en este juego eterno

¡primero tenemos que pasar por el infierno!

En todos el dolor se contonea

aflojando los esfínteres humanos

dando paso a la diarrea

mental, y buscando nuevos planos

nos damos cuenta horrorizados

que en nuestra búsqueda de paz

y paraísos tiernos

solo en redondo hemos andado

retornando infelices al averno....

Todavía me aferro siniestro

 a lo que está podrido,

por que no es menos cierto

que la carroña envilecida

es la MADRE PRIMARIA de la vida.

¿Acaso no es verdad

que de tu aliento corrompido

brotó la palabra de piedad

que tejió en mi pecho un amante nido

entibiado por tus propias manos,

para luego dejarme carcomido

el corazón en una orgía de gusanos?

Y sin embargo, ¡torpe..infeliz!

mi ser te añora

como el microbio a la llaga inmunda

o la lombríz que su lodo adora,

y así, serás por siempre mi Señora

en el altar humeante de mi pena

y para toda la vida

no una ramera corrompida

¡SI NO MI ADORADA MAGDALENA!