Libar las astas y el oro.
Llevar mi alma a donde bebí el agua por primera vez.
Mecerme en los brazos.
que no hallan mis ojos.
Ser un pecado en la Mitología
y una realidad en la mujer que no camina.
Ella es ella y yo soy su portal.
Me postro ante un lago
y bebo las estelas adormecidas.
Me perfuma un prado.
Un óleo me da su sonrisa silenciosa.
El loto nace entre mis labios
y pregunta por mi elocuencia.
Entonces canto y me marcho...
por el otoño de la novia ausente.