Y voy navegando por los mares de ésta vida,
pescando de ellos lo que se pueda.
Contemplando en mi viaje el claro cielo.
El viento fuerte, mece mis velas.
Y la braveza de la mar se levanta.
El deseo loco de estar en casa,
Y las ganas de ser labrador en tierra,
mucho más que del mar ser un monarca.
Soy como aquel que vive en el desierto,
del mundo y de sus cosas olvidado.
Despúes del tempestuoso día,
la tarde clara suele ser grandiosa,
que despúes de una noche tenebrosa
el resplandor del sol placer envía.
Y así pasan los días y el padecer del alma mía,
con la tarde cálida es gozosa,
que se entrega a una hora y reposa,
de todos los trabajos que tenía.