Son las cinco
de la mañana.
No he podido dormir
en toda esta
triste madrugada.
Me afeito.
Me cambio.
Salgo.
Pienso tomar
un taxi.
Pero decido
ir caminando.
Llego al sanatorio.
Allí contigo
está tu madre,
también tu hermano.
Tu madre, me mira,
y se tira sobre
mi pecho,
llora desconsoladamente...
-¡Se nos va,
se nos va!, me dice.
Me acerco a su cama.
Ella está con respirador.
Me pongo de rodillas
a su lado.
Le tomo su mano.
Tengo un nudo
en la garganta...
-¡No me dejes...
No me dejes
sin tu vida, mi amor!
Ella, dejó de vivir...
¡Qué será de
mi existir!
Derechos reservados de autor( Hugo Emilio Ocanto - 26/09/2014)