kavanarudén

Reencuentro

 

 

 

Hoy te vi, después de un año de nuestra ruptura.

Me acerqué y te saludé. Sentí tu abrazo sincero y la alegría de verme.

No pude evitar ser arrollado por un sin fin de recuerdos.

Solo te saludé, te felicité en esa tu celebración.

- te quedas para la fiesta – me preguntaste.

Solo vine para felicitarte. No me quedo. Te deseo lo mejor del mundo. Que seas muy feliz. Que se te cumplan todos tus deseos, te lo mereces. Eres un ser especial – le respondí con mi voz que a cierto punto se quebraba – Me di la vuelta y me fui. Por donde entré.

Amigos comunes se alegraron. Me dieron las gracias por haber asistido. No sabían que solo había ido a saludarte y a felicitarte. No quería quedarme.

 

Fuiste mi primer amor. Con quien hice el amor por primera vez. Tan enamorado estaba que creía en el amor eterno, en la fidelidad. Pensando a aquel momento, no puedo evitar reprocharme: que estúpido fui, un inocente imbécil. Era un amor puro el que por ti sentí.

Fueron trece años. Número de suerte para algunos, número maldito para otros.

Cuando descubrí tu traición, en nuestro tercer año de relación, sentí que un puñal desgarraba mis entrañas. Perdonarte o dejarte para siempre, era el dilema. Opté por lo primero. Pero ya algo se había roto entre nosotros. Ahora pienso que quizás no te perdoné de verás. Mi culpa, la reconozco. Escuché tu súplica: ¡no me abandones! ¡Perdóname!

Poco a poco se fue enfriando hasta que desapareció, para siempre nuestro contacto íntimo. Fuimos como hermanos. Fui tu chofer, tu cocinero, tu consejero, tu enfermero, tu confidente, tu protector, tu defensor….

 

Pensamientos encontrados me atormentaron. ¿No soy suficiente? ¿No satisfago toda sus necesidades? ¿No le gusto? ¿No gusto? Entré en el mundo cibernético y me perdí. Encuentros furtivos que ahondaban mi soledad. Una relación paralela la cual dejé y seguí a tu lado hasta que se dio la ruptura definitiva. No pude aguantar más.

 

Me alejé de ti, con la intención de perderme en el mundo del placer. No me volvería a enamorar jamás. El amor no existe. La fidelidad es una gran mentira – me repetía insistentemente –

 

Me fui a Madrid con la intención de ahogar definitivamente mis penas en el néctar dulce y embriagador del placer desenfrenado.

Los caminos de Dios, no son nuestros caminos.

Cuando regresaba al hotel donde me hospedaba, con una botella de agua en la mano, me golpearon, en forma particular, un par de ojos verdes que “tumbaron mi empalizada” (como se dice popularmente en mi tierra).

Tuve miedo. Para hacerla breve, esa noche nos vimos. Hablamos muchas horas y fue el comienzo de otra historia.

 

Pensé perderme y el amor me rescató.

 

No fue fácil abrirme a una nueva relación. Cambiar de modo de pensar. Poco a poco fui descubriendo que el amor realmente existe. Que la fidelidad es posible, si se ama de veras y se quiere construir algo juntos. Un nuevo amor que convulsionó mi vida. Me di una segunda oportunidad y no me arrepiento, pase lo que pase en el futuro.

 

Necesitaba verte hoy para poder destruir, para siempre, cualquier unión que aún podía existir, aun aquella del dolor, de la rabia, del odio. Nadie te amarà como te amé yo.

 

Te he perdonado. Cuando te deseé lo mejor lo hice de corazón.

 

Sigue tu camino. No te juzgo ni condeno. También reconozco que te hice sufrir y por eso te pido perdón. Mereces lo mejor, pero yo también lo merezco. 

 

Dios te bendiga ahora y siempre….