Hoy le escribo de nuevo
a este rincón armonioso y bello
que en un lejano día le llamaron
viña joven o majuelo.
Donde brilla más la luna,
pueblo de raíces profundas,
encrucijada de civilizaciones
Celta, Árabe, Íbera y Romana.
Con la sencillez de mi pluma
quiero realzar tu singular hermosura
desgranando tu nombre en mis labios
cual las cuentas de un rosario.
Y rosario son tus montes,
tus cuevas, fuentes y rincones,
tierra henchida de emociones,
de suspiros y canciones.
Cuenca profunda formada en el mioceno
con altas montañas que dan relieve a su piel,
Villa encantadora de sutileza como ninguna,
mundana, altruista, bella y artista.
A Dios doy gracias por tenerte,
por ser el amor de mis amores,
por llenarme de ilusiones
y aliviar mis sinsabores.
Así es mi Buñol de cada día
transmitiéndome valor y simpatía,
enriquecedor de nuestra historia
con sumo honor y gloria.
Déjame decirte humildemente
estos versos al volver a contemplarte
como ofrenda nacida del alma mía
al regalo de sentirte siempre mía.
Fina