Estaba a la vera del camino,
ínfima, frágil y hermosa
Suspiro de estrella terrestre
Que surge liviana y graciosa
Con su belleza silvestre
Con sus alas de mariposa
Como un rayo amarillo
Que se levanta desde la losa
Para ser un sol encendido
Que ilumina con luz silenciosa.
Estaba a la vera del camino
en su inmensa soledad desolada
como aliento de vida
En medio de la nada
Como espacio de cielo
En resistencia abnegada
Que soporta la noche
Que se hace tan larga
Con las sombras que acechan
Y los silencios que atacan
Valiente y erguida,
espera confiada
que el alba se asome
y la noche se vaya.
Estaba a la vera del camino
Con su belleza infinitesimal
Con su manto de rocío
Y su cubierta de cristal
Inclinada como un río
Que busca su caudal
Quería esa mirada
De ternura sin igual
esa mano que se tiende
y ese abrazo que se da
Estaba a la vera del camino
Tan solitaria y fugaz
Que la brisa del viento
La quiso acompañar
La acarició dulcemente
Como el cielo acaricia al mar
Y le dio tiernamente un abrazo seductor
Ese que sólo el viento le puede dar a una flor.