Una cosa extraordinaria
ha sucedido ayer:
En la ciudad de Asunción,
una tempestad, cual diluvio,
calles, casas, inundó,
pero, teniendo una cita,
¡allí estuvimos tú y yo!
Tuvimos dificultades
debido al temporal,
pues nos mojamos bastante,
mucho tuve que esperar
a que viajando llegaras,
mas esperé sin apuro
dos horas y algo más,
porque de algo estoy seguro:
A mis citas: ¡tú vendrás!
Y nos fuimos a un hotel
a refugiarnos, comer,
y estuvimos en la cama,
compartiendo nuestros cuerpos,
te me diste por mujer...
¡y suavemente te amé!...
pero me dices que tú
sólo me amas como amiga,
como hermana, sin poder
darme tu corazón,
como reclama mi amor.
Si tuviste que viajar
con esa feroz tormenta,
y mojándote llegaste...
para entregarte a mí...
¿Qué cosa te doy a cambio...
¡sólo mi amor!... y pretendes
que te crea esa mentira...
¡A quién quieres engañar!?
Fingiré que te lo creo
y nos seguiremos viendo,
seguiremos construyendo
lo que estamos construyendo,
¡Lo viviré... lo que sea!
... no pretendo convencerte,
y si esto no es amor,
tú, ¡llámalo como quieras!