Señor, acá de rodillas hay un pueblo que te clama
en diferentes lenguas, y diferente reflejo de sol
Suba hasta tu cielo este insoportable clamor
como suben todos los precios, menos el amor
Hay rostros inmaculados, olorosos a jabón
los hay también estrujados, ungidos en sudor
en todos ellos hay marcas que ha dejado el barzón
unas en los lomos o rostros, cuando el azote cayó
otras entre las manos, empuñarlo lastimó
Todos clamamos en un estridente grito
y con soberbia reclamamos
sobre nuestra causa la razón
que al débil le des mansedumbre
que al fuerte le des compasión
Pero todos coincidimos: para nuestros lomos
que la carga sea siempre la menor;
acudan tus ángeles en mi auxilio
y destrocen con su fuego a mi enemigo;
pues cada cual se cree el emisario
de tu implacable y rencorosa voz
Apartando mis ojos de ese mundo
me aproximo a tu regazo a consolarte
mira que te crucificamos, te azotamos
y ahora aún así, te agobiamos
con lo que no hemos podido vivir
Dime acá en un susurro a mi oído
¿qué puedo hacer yo por tí?
de lo que a mi corresponde
ya me ocuparé de vivir
nunca me has dado cargas
que no pueda soportar
todos sobre una balanza
entre el azúcar y la sal
Y cuando la carga sea tanta
que mi lomo no la pueda soportar
se que me llevarás a tu encuentro
para un descanso al fin en paz
¡Vámonos entonces padre! vámonos a caminar
has hecho tantas maravillas
que me has dado para contemplar
algunas las he estropeado al quererlas mejorar
pero aún nos queda ese cielo
y bajo las olas el mar