Indescriptibles
se yerguen en mi lengua
los paisajes esenciales
que despiden tus silencios…
Tus secuencias digitales
insuflan polvo de estrellas
a los fértiles surcos de mi alma,
dándome una astral serenata
que despierta el balcón inasible
de mis secretos…
Te envuelves en mi espalda
como espiral de fuego,
floreciendo al mismo tiempo
mi pulso acelerado…
En el letargo de las horas
crepitan nuestros cuerpos azules,
enredadera de equinoccios purificado…
Elevados los ojos se vuelven pájaros
que esparcen nuestras sombras…
Esta humedad indómita nos acoge reflejados,
como Luna en la espesura
oceánica del Misterio revelado…