Quién tuviera la bendición suficiente
en esta mañana lluviosa de estío,
de abrazar tu cuerpo desnudo
y robarte una sonrisa
¡quién tuviera tan dulce alegría!.
Tu cálida piel, tus ojos,
tus labios rojizos,
el misterio de tu mirada,
vienes y vas y no eres mío.
Quién pudiera caminar contigo,
bajo el sol de enero
en alguna playa de un viejo río..