Hugo Emilio Ocanto

¡Ven, dulce muerte, ven! (Poema) - Autor: PLATELES - Interpreta: Hugo Emilio Ocanto

 

¡Ven, dulce muerte, ven!

¡Tómame a tu cuidado!

Ahora que la luna

baña de plata las aguas.

Dame tu cenicienta mano,

quiero ser infinita ausencia

envejeciendo a tu lado.

¿Acaso no me escuchas?

¡A tu diestra estoy postrado!

 

¡Ven, dulce muerte, ven!

¡Por tu nombre te llamo!

Llévate mi alma

de viejo soldado,

pues ya no hay más patria

que la tierra

que he de excavar con mis manos;

una tierra anónima,

libre de pecado.

 

¡Ven, dulce muerte, ven!

Ahora que la noche

ha bajado su guardia,

cuando ya las horas

empiezan a hacérseme extrañas.

Ya no soy presencia,

espectro desmedrado

tan solo un exiliado

del tiempo pasado

que bajo mi palio,

su nombre ninguno,

espera y espera

sin dejar de contar los años

que lleva aguardándote.

 

¡Ven, dulce muerte, ven!

Pon ahora, tu beso,

que si fuera dulce

no sería más amargo,

en mi frente marchita

y dame tu mano.

Profana mi estampa,

lo que me queda de humano,

no me asusta tu noche,

aunque de sangre

venga ya tintada.

¡Ven, dulce muerte, ven!

¡Recíbeme sino como a un hijo

tal vez como a un hermano!

No me quedan lágrimas

con que llenar tu copa,

ofrenda hice de ellas al Eterno

para no buscar su condena,

pero, ¿no es mayor condena vivir

si a ello he renunciado?

 

¡Ven, dulce muerte, ven!

¡Escúchame!

¡Es mi voluntad!

Ya se enfría mi aliento,

mi vida languidece en el ocaso

de otras vidas pasadas,

tan solo ya se apoya

en el maltrecho bastón de la memoria

haciendo acopio de recuerdos

que hieren como espinas,

y que son como losas

en el trasiego de mis días.

¡Acuérdate de mí,

de este hombre sin nombre!

 

¡Ven, dulce muerte, ven!

¡Y bájame a la tierra!

¡Desciéndeme contigo!

 

¡Mortal nací,

y no hay sueños eternos!

Ya todo son fatigas,

que, en mi debilidad,

a mi cuerpo toman por amarra.

¡Déjame que te llame hermosa,

venusta compañera,

si ya mis venas se afilan

para tu guadaña!

 

¡Ven, dulce muerte, ven!

Así es la naturaleza de las cosas...

¡No busques un motivo!

La vida me arrincona,

se me cruza de brazos,

no demores ya más tu tiempo

cuando ya el mío se acaba.