kavanarudén

Desahogo II

 

 

 

Queridos amigos, amigas, poetas, poetisas.

Permítanme llorar y mi alma poder desahogar.

Nada pretendo, solo abrir mi corazón, dialogar.

Que fluya mi interior, mi dolencia, sin prisas.

 

El dolor más grande que me aqueja es el de la distancia.

Por diversas circunstancias, que no vienen al caso,

no puedo, por ahora, compartir ni el amanecer, ni el ocaso,

con el ser que tanto amo. La flor que me regala su fragancia.

 

Solo Dios sabe cuanto hubiera querido,

abrazarte fuertemente, sostenerte en mi pecho,

estando tumbados, juntos en nuestro lecho,

acariciando tu cuerpo cansado, herido.

 

Quiero que sepas, vida mía, mi gran amor,

que estoy a tu lado, que nada cambiará,

la vida algo mejor te (nos) reparará,

Dios no abandonará ese nuestro clamor.

 

Una puerta se cierra, un portón se abre.

De las cenizas, el ave Fénix resurgió.

La esperanza, la fe, todo lo consiguió.

No te dejes atrapar de la incertidumbre.

 

He admirado en tu ser las ganas de luchar,

tu forma optimista de ver la vida, el existir,

tu laboriosidad, tu empeño, tu noble sentir.

Impediré que cualquier cosa te pueda manchar.