A veces, como muchos, me sumo en mis pensamientos, recuerdo y reflexiono sobre distintos momentos; por ejemplo, esos que sin darme cuenta dibujan en mi rostro una sonrisa.
Como una de muchas tardes en que, mate, gaseosa y cerveza mediante -(así, para todos los gustos)- compartiendo en familia, con la obligatoria cargada \"futbolera\", entre risas y palmeadas mi hermano, hincha de River, le pregunta al otro, hincha boquense : -¿Conseguiste el repuesto para tu moto? Sino me la llevas al taller para ver que solución le damos. Mientras mi sobrina, hincha de Boca, me ofrece la galletita que más me gusta, a mí que soy hincha de River, con una sonrisa cómplice, antes que se la coma su papá, quién tiene la pícara costumbre de quitarte el bocado que más te agrada.
O esa vez que mi amiguito adolescente, que me adoptó como tía, me dijo con tono adusto y con ganas de molestarme: -Soy evangelista-
Y yo contesté sin inmutarme: \"Que bueno, también creo en Dios\"...-Y entendiendo mi mensaje me sonrió tiernamente, dándome un cálido abrazo.
O cuando visitando tierras santiagueñas, los famosos chistes del folclore común entre tucumanos y santiagueños que lejos de ser ofensivos, hacían las delicias de la confraternidad, entre las carcajadas y la solícita atención de nuestros anfitriones.
Bellos e invaluables momentos que hacen pensar que en muchas cosas como el fútbol, política, religión y demás, la convivencia de ideas siempre es enriquecedora y amena. Aunque no pensemos igual, siempre podemos aprender, adaptarnos a las circunstancias y consecuentemente, pasarlo bien. El fanatismo no debe empañar la razón, al fin todos somos \"crisoles de sentimientos\"...
Blancalis