El tiempo se consumía lentamente a tu lado,
la historia se quedó postrada en tu regazo/
el principio se borró y el final estaba por llegar,
era lo último que esperábamos de este gran amor.
Que muriera en el silencio de nuestras palabras,
que se quemara en la hoguera de la desilusión/
que se ahogara en un mar de incertidumbres,
para nunca hacer llorar al lastimado corazón.
Ese que zurcido y enmendado por las penas,
guardaba en el baúl/ recuerdos alguna vez soñados,
y ahora eran frías dagas cortando las venas;
quitando de tajo, la raíz de los sentimientos.
Emociones que alguna vez volaron sobre nubes rosa,
y ahora solo están cubiertos por tu desprecio/
por sinsabores, tan austeros que a tu partida creció/
y que tú por el mundo pregonas y tu alma goza.
La tristeza que inunda mi moribunda figura,
que se desmorona/ como castillos de arena
construidos en el aire, hostil -sin sutura-
donde pende el alma, después de la última faena.
Donde eras tú; la que dio la estocada final/
a la que sucumbió la ingenua razón,
que destrozada por la herida fatal,
a tus pies postró; el tonto y enamorado corazón.