El día en que seas mi esposa
te llamaré de Raquel,
no porque tuve una novia
cuyo nombre ése fue;
y aunque es cierto que la quise,
ya muerto está, en el pasado,
el amor con que la amé.
Muy otra es la razón
por lo que eso haré,
y es por copiar del Maestro:
¡de Jesús de Nazateth!
Dios lo hizo muchas veces,
a mí me llamó Daniel,
Pedro a Simón, Boanerges
puso a Jacobo y Juan,
pero lo más impactante:
a Jacob llamó Israel.
El siempre cambia los nombres,
nuevos le gusta poner;
y prometió que en la gloria,
con todos, ¡así va a ser!
A Abram llamó Abraham,
y de Sara a Saraí,
no te vayas a enojar
porque yo te lo haga a ti;
me gusta el nombre Raquel
y te lo voy a explicar:
Raquel fue aquella esposa
que más amó Israel;
Israel, (que es Jacob),
también pueblo del Señor;
y la iglesia es la esposa,
actual Israel de Dios.
Jacob, peleando con Dios
le quitó la bendición;
por eso es que ganó
ese nombre, pues venció
al mismo Dios, y a los hombres
en más de una ocasión.
Yo peleo diariamente
y con ese mismo Dios,
Jacob lo hizo en la carne,
yo lo hago en la oración;
Jacob pidió bendiciones,
tú eres lo que pido yo.
Y ahora quiero, mujer,
averiguar si entendiste;
ya que sabes cómo te amo,
y cuán grande mi amor es,
lo mucho que lo has probado,
y lo fuerte, puro, honrado,
romántico, apasionado,
perdurable y cortés...
¡si hasta te beso los pies,
y: ¿Qué no te he perdonado?!
Como yo te estoy amando,
de esa manera fue
que Dios amó a los hijos
que Raquel dio a Israel;
así como Dios nos ama,
tú y yo lo sabemos bien
¡con toda mi alma te amo,
y con mi cuerpo también!
Es que te daré mi vida,
por tu amor la cambiaré;
eso vas a comprobarlo
algún día, yo lo sé,
será como en el Calvario...
pero en el tiempo que falta,
y en el trato diario;
en todo el tiempo que te ame,
vas a escuchar que te llame
con ese nombre: ¡Raquel!