No creo en Dios, si no en ti.
No creo en Dios
Ni en banderas, colores, e himnos
Ni en imágenes, que no me dicen nada.
Creo en tu mirada,
Limpia y cristalina, desde mi ventana.
En tus manos blancas,
Caminando sobre mi cuerpo, entre las sabanas.
En la libertad, de tu palabra.
En tu voluntad cotidiana.
En esas sonrisas tempranas, no forzadas.
En tus besos al aire, con la boca descubierta.
Pero aún y con todo esto,
Si yo no estoy, ya da igual
Si tú no estás, dejarme en la orilla del mar
Y las olas, que jueguen con mis sueños
Buscando otras velas, para poder navegar.