Tenías el corazón
más seco que una teja
y tanta ternura
derramada.
Aún los leños
tienen cenizas,
y yo bebiendo
mis amargos desconsuelos...
hablando y bebiendo
hasta las madrugadas.
Cogiendo una copa
y callando bebía...
Fríos se encuentran
tus huesos y los míos
pisados por los tiempos.
¡ Qué oscuras nostalgias!
Afuera llueve
y nuestras risas caen...
Pero...
siempre una copa de vino
entre tus labios y los míos.