Corrió la porcelana de tu mano
la la roja seda de tu blanca desnudez,
mis manos, tus manos,
tu cuerpo, mi cuerpo.
Penetro profundamente en ti,
negras tinieblas en diáfana luz.
Cae de mi boca
una gota de luna y plata,
sobre las nevadas cumbres de tus pechos,
y se hace al instante, vapor y cielo
sobre el volcán de tu vientre.
Arde mi interior
en sombras y sin llamas,
solo cenizas quedan,
sobre la blanca espuma
de tu secreto y férvido mar.
L.M