Noche lluviosa de satín púrpura.
Parecieras espejismo de cáscara de capulín de pocas estrellas y escasos luceros, gotas de agua que en charcas se vuelven.
Me pregunto; ¿donde te escondes? que ya no vuelves.
Noche profunda e inmensa, inmensa la soledad inmenso tu olvido, que será sí en ti yo dejó brillar o dejó de existir.
Corazón... ¡no te pierdas! no dejes de lado eso que te hace vivir de mí, de mis horas y dedicatorias alondras y versos.
Como para encontrarte recuerdo tu nombre, que en la noche golpea cada gota de lluvia haciendo vibrar el viento; pero eso es todo, tú no llegas.
Mi grito cae al suelo quedando disuelto en las charcas, y entiendo lo que sucede; no estas aquí, estas en la distancia, que se siente infinita, y hoy en mi desvelo, sólo me queda esperar, y saber nuevamente de ti mi estrella fugas.
Porque al final sé que en algún momento está vida dejara de ser como la conozco, como la siento hoy y, mañana a estas horas, seguiré escribiendo versos que serán sólo para ti... amor mío.
Marc Téllez González