Dicen que vienen del cielo
el clamor de voces blancas.
Yo sé que solo es el eco
de mis gritos que te llaman.
Pero mi voz es mi voz,
no tiene nada de blanca.
Más bien es un vozarrón
de la mañana hasta el alba.
Es muy probable que hoy
sean los ángeles niños
los que juegan con mi voz
en las riberas del Miño.
Y aunque aún no es carnaval
lo adelantan hasta octubre,
y disfrazan la verdad
con las máscaras que cubren
las señas de identidad,
y así nadie les descubre.
Pero mi río se llena
con tu nombre a todas horas,
y un trueno de amor lo llena
y los ángeles zozobran,
y suben corriendo al cielo
esperando mejor hora
de disfrazar en su empeño
mi voz potente y sonora.
Grabo en un árbol tu nombre
y regreso hasta mi casa.
Al fin y al cabo soy hombre,
que cuando escribe es cuando habla.
Andrés Mª - El Poeta del Amor
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