Llevo sobre el hombro
mi lumbre de estatua,
faro inmerso que arde en llamas
a la luz de la ciudad.
La luna ilumina mi bocado,
burbuja y humo,
y un ojo me contempla
desde el agua.
La espada es de Castilla.
León nos daba un ángel.
Por historia y por memoria
te evoco aquí.
Los silencios nos transportan,
mujer mía,
hacia la infancia.
Es de joven tu silueta
y en tu figura yo soy
un poema renacido y seguidor
que ha venido
ante el secreto de tus pasos.