Gabriel

Cuando Castilla y León fueron del ángel la espada

Llevo sobre el hombro

mi lumbre de estatua,

faro inmerso que arde en llamas

a la luz de la ciudad.

 

La luna ilumina mi bocado,

burbuja y humo,

y un ojo me contempla

desde el agua.

 

La espada es de Castilla.

León nos daba un ángel.

Por historia y por memoria

te evoco aquí.

 

Los silencios nos transportan,

mujer mía,

hacia la infancia.

 

Es de joven tu silueta

y en tu figura yo soy

un poema renacido y seguidor

que ha venido

ante el secreto de tus pasos.