PARA VIVIR
Para vivir, separo soledades y miserias y las dejo libremente en iglesia o monasterio, las cambio día a día por esperanza, ilusiones y alegrías, postergando los momentos de dolor por las partidas.
Busco afanosa en el libro más sagrado las palabras del Buen Dios y lo dejo ser mi guía con su vara y su cayado, en la confianza de que en verdes prados, amoroso me hace reposar.
Y ahí, echada con la cara iluminada en su amor además del sol, recuerdo los abrazos, las sonrisas y los besos de aquellos que me amaron en la hermosa vida, dejando constancia en los tatuajes de mi piel.
Para vivir, no voy al cementerio, no llevo flores, camino paso a paso, libre de tristeza y culpa, pues todo lo que tengo lo entrego hoy, tal como hice ayer, en ese andar por los olivares que conducen a la montaña del Señor, llevo las manos limpias y bien aseado el corazón.
Para vivir, elevo mi plegaria al despuntar el día y trato de encontrar señales que me envía para continuar en el sendero de mi Salvador.
Él es compasivo y perdona todas mis faltas, me abraza con su amor, acuna mi alma en la dicha y me recuerda constante la promesa si no aparto mi mirada del amor que hay en sus ojos y afloja todo aquello que me oprime el corazón.
Para vivir, viajo ligera de equipaje, pues mi buen Dios es mi luz, el ampara la hermosa vida que generoso me regala y si es así; ¿entonces, a quien he de temer? aún en las más cruenta de las batallas que aferrada a mi fe he tenido que librar, Él siempre me ha dado asilo en su cabaña, levantando mi cabeza por sobre todo aquello que me aqueja y me muestra amoroso su defensa.
Para vivir, me aferro a su palabra, confiándole mi vida, en la certeza que es uno solo y por su bendita gracia, mi padre, mi hermano, mi amigo, mi salvador y mi buen Dios .
© Tizzia Holwin
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