Raúl Daniel

Muñeca de Porcelana

 

Hombre rico, quiero hablarte

de aquella que fue mi novia

y, que en esta fea historia

que aún no terminó,

conmigo no se casó,

sino que lo hizo contigo.

 

Yo sé que muy bien la tienes,

aunque ella es muy caprichosa,

y le gustan mucho cosas

que no les pude comprar;

tú se las pudiste dar,

y con eso la entretienes.

 

A la memoria me viene

¡cuánto la pude halagar

dentro de mis limitaciones!;

si bien no tuve dinero,

con mil palabras y versos,

¡mucho la hice soñar!

 

Recuerdo que fue en septiembre,

de las flores era el día

en que la llevé a pasear,

allí me dio sus amores,

antes que tuya, fue mía,

no lo debes ignorar.

 

Hombre rico, yo no quiero

que a ti te vaya a pasar

que la tengas por un tiempo,

luego te venga a faltar,

pues lo que a ti va a pasarte,

sé muy bien lo que será.

 

Será lo que a mí me pasa,

y no es necesidad,

eso sería poca cosa

y se puede remediar,

mujeres hay a montones...

¡pero ella no es una más!

 

Ella es muy diferente,

entre mujeres ardientes,

tal vez sea la que más;

pero aun ella lo siente,

lo que siente, de una forma

en que te hace participar.

 

¡Hace que goces con ella

del gozo que tú le das!

te da de vueltas lo tuyo

a más de lo que ella da...

tú sabes lo que te digo...

¡seguro te lo hizo ya!

 

Ella te brinda las cosas

esas que imaginas

sin que siquiera lo pidas,

parece que adivina

tus íntimos pensamientos

y te los hace gozar:

 

Otra cosa que recuerdo,

es lo que hacían sus manos,

cuando jugaba en mi cuerpo;

y hasta en mi boca, sus dedos,

con mi lengua y con mis dientes

¡en ardiente forcejeo!

 

¿Y ésos: sus ojos que cambian,

según el tiempo, el color?,

que te miran largamente,

mientras le haces el amor;

como hipnotizada, dando

¡el alma y el corazón!

 

¿Y su piel blanca y rosada,

suave como de niña?

más que tibia, acalorada,

siempre quemando al tacto,

solicitando caricias

y besos ¡a cada rato!

 

Su voz dulce, conque habla

o si canta su canción,

cual finas notas de arpa,

que produce ensoñación

y al éxtasis te traslada

¡en más de una ocasión!

 

Y hay tantas, tantas más cosas,

que la lista se hace larga;

mejor es aquí dejarla,

y hablar de lo principal,

de lo que vine a decirte,

más no lo voy a alargar.

 

De lo que te quiero hablar,

es asunto de dinero:

ése que tú tanto tienes,

y que tanto lujo da,

para vivir regalados,

en lo que llaman hogar.

 

Sabes, los tiempos son malos,

las quiebras, al día están,

mejor cuida tus negocios,

que no te vaya a faltar...

que de pronto ya no puedas,

como ahora, malgastar.

 

Objeto de lujo es ella:

¡muñeca de porcelana

que a tu lado halló lugar!

en esa casa dorada,

entre cristales y sedas,

con diamantes adornada.

 

Con vestidos Cristian Dior,

con  perfumes de París,

con chofer de limosina,

con desayuno en la cama,

en muy fina platería,

alcanzada por mucama...

 

Ella ya está acostumbrada,

ésa es su realidad,

otra cosa no imagina,

y en su inocente creencia,

piensa que siempre será

así todo, sin cambiar.

 

Imagínate un poco,

piensa y ve mi razón:

porque no tuve dinero,

fue que a mí me dejó...

para conseguirse un rico,

¡y justo a ti te tocó!

 

No vayas a hacerte pobre,

no quiero verla sufrir;

es tanto lo que la quiero,

¡que quiero verla feliz!;

si yo no pude alcanzarla,

ya que a alguien la alcanzó...

 

y la tiene como reina,

como ella siempre soñó,

(y signifique mi muerte)

¡qué le dure para siempre!,

aunque conmigo no sea,

¡aunque tú no seas yo!