La tarde
fallece
y se
pudre,
a la luz
de mi amor
mas ciego,
agonías
de un mes
de octubre
y dantescas
cortinas
de fuego.
Encendí
una vela
en el
baño,
en la
soledad
de mi
nueva
casa,
esa llama
recuerda
los años,
que con
el paso del
tiempo
no pasan.
Pero la vela
carece
de cera
y se apaga
su llama
de fuego.
Poca es
la esperanza
que queda,
de no
acabar
cubierta
de hielo.
Miel y limón
en sus
besos
de fuego,
aroma
de su piel
en mi
almohada,
El sol
se esconde
entre
mis celos,
cuando ella
no duerme
en mi cama.
Palpita
en el zulo
de mi
lamento,
el corazón
que siente
la indigencia,
por ser
mendigo
de un
sentimiento,
que se
acuesta
con la
indiferencia.
No tengo
el amor
que me
alienta,
aquella
mujer
ya
me ha
olvidado,
o es
mi soledad
que se
lo inventa
y ella
me sigue
llevando
a su lado.
Esta noche
es como
otra
cualquiera
y huele
a ciprés
y a viento
fresco,
pero
me dejo
imbuir
por la
quimera,
de un sueño
irreal
y arabesco.
Sueño
en el amor
que susurra
de nuevo,
entre
las olas
de su mar
de plata
y mientras
el sol brilla
en el cielo,
la esperanza
de ser feliz
se dilata.
¿Quién sabe
si podrán
volver,
las cigüeñas
después
del verano?
y ¿quien sabe
si podré
conocer,
los caminos
que cruzan
mis manos?
Se acuesta
conmigo
mi soledad
desbocada,
me mira
de reojo
y se acomoda
en mi cama,
se da
la media
vuelta
y jamás
dice nada.
Adagio al desamor
cuando es el amor
el que ya no me ama.
☞ Ocsirnaf 06/10/2014