Me adentré en aquella senda estrecha
por una pradera donde ya no crece el trigo
buscando un río que antaño fue mi amigo
y saciar en su aguas mi sed insatisfecha
Y al llegar a donde ayer florecían las azucenas
y una corriente pasaba por abajo de un puente,
era el lugar de antes, aunque ya lucía diferente,
tan diferente, que apenas era un surco de arena
Ahora recogía del otoño sus hojas amarillas,
ya no era del sol y la luna el espejo cristalino,
se había truncado su sueño de un futuro marino
y árboles y flores ya sucumbían en las orillas
Y del agua que pasaba y se fue, en ése río seco
ya nada quedaba, tan solo se escuchaba el eco
sin su tranquila frescura, sin lo sutil de su cantar
Y hoy, sin su recorrer de la montaña hasta el mar
al ver la tristeza que viajaba en su caudal vacío
noté que mismo penar, tenía éste corazón mío...