Darío Ernesto
Marchito Amor
Nahuel Sebastián Muñoz Velásquez
Puede llover, llover, tanto el cielo
Y crecer el rio,
Relampaguear y fuerte tronar
Pero el amor seguira durmiendo,
Pues cuando el amor así como el árbol seco
llueve por sus ramas secas
Embelleciendo con un barniz su muerto follaje
Mas todo es así
en naturaleza, y no ha de revivir
Pues le acariciará la brisa,
el sol y todas las estrellas
Seguirá marchito camino a la hoguera
amor condenado, al fuego devorador que hasta pensamiento
y olvido consumen.
Y caerá la bendición a la tierra
Aguaceros torrenciales de octubre,
y el amor escondido
En puntas de pie,
hibernando su triste muerte
Porque el beso, ya no hace latir el pecho
Ni los bellos ojos brillan cuando el amor se ha ido.
Es un retrato en la pared,
donde tu le pongas
Marchito, seco de otoños
Sin primaveras, sin brote, sin esperanza
Y aunque ese amor tardío y lejano
Se siente en tu mesa
Lo separa un abismo cruel e hipócrita.
Pues fue bello cuando de tierno árbol
de pequeños frutos,
Más en cuanto pasaron los años, su fruto fue amargando el paladar
Menguando desconsoladamente,
A quien le fue tutor, en suspiros,
Entregándose de lleno a su compañía.
¡Oh ingrato amor. Pues el tiempo y las ausencias!
¡Crueles inviernos, hasta los vientos, vencieron tu nobleza!
Amor derruido, sinuoso de pedregales
Velozmente tu semilla, floreció, bella tan bella
Amor sin raíz profunda
divagaste probar otros sinsabores.
Agua cristalina que en el hueco de mis manos traía
Se fue entre mis dedos, turbia y roja como la sangre.
Y traje Sabia y clorofila para ofrendarte,
Y fui paloma de paz y renuevo
No obstante cuando el amor es traicionero, de pie muere como el árbol seco.
El amor es como el arbusto si no le riegas muere
Luego de un tiempo, sus raíces ellas buscan las napas profundas
Para seguir su crecimiento
Mas la suerte de algunas raíces no es la suerte de otras,
Amor y naturaleza, verano y primavera
De la vida.
Vida y resplandor, ternura, fruto maduro y delicioso.
Otoño, frio escarcha, hielo, desierto de arenas polvorientas.
Derechos reservados de autor
Nahuel Sebastián.