En lo humano
El sánguche de la realidad
fue devorado por ratas miserables,
unas henchidas en un trono de oro,
otras rodando por la sucia alcantarilla,
eran migajas de viejos albedríos,
era injusticia de alas repetidas
y un hombre que murió vencido de hambre
mientras los comensales disfrutaban del banquete.
A nadie le dolió el color de ausencia,
a nadie le extrañó la luna taciturna,
el hombre que murió era un hombre como todos,
algún rastro dejó, pero no tuvo seguidores.
Así la realidad pasó de largo,
fue un tímido timbal en la fanfarria de la noche,
en el escándalo de luz de los amantes,
en el espejo gris de los que vuelven
sin saber por qué se fueron ni a qué regresan de ese viaje.
La misma gris ruindad abrió la aurora
como unas puertas oxidadas y temibles
y el mundo que giró ya sin cabales
no comprendió la muerte ni el mensaje del que sigue vive.
El sánguche quedó deshecho en tierra,
las ratas gobernaron desde entonces en lo humano.
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07 10 14