A ti que diste a cambio tu dignidad por trascender tú legado en los ojos inocentes de aquellos que creían en el futuro.
A ti que has estado siempre al pie del cañón solo por dejar claro que una mujer vale mucho por sí misma.
A ti que diste tu corazón puro a cambio de heridas y pisotones que golpeaban día con día tu fuerza de voluntad haciendo flaquear en la esperanza y voluntad de una mujer.
A ti que buscaste tus sueños en el inframundo del pesimismo de quienes te golpeaban y no te valoraban.
A ti que entregaste tu cuerpo y tu alma en la búsqueda interminable de un mejor amanecer.
A ti que siempre has dado todo sin esperar nada a cambio, más que solo la satisfacción de ver los lirios florear.
A ti que el nombre mujer hoy te ha quedado corto por solo haber sido madre y abuela de muchas generaciones incluyendo la mía.
A ti abuela por estar ahí sin pedir nada a cambio, siempre fuerte y con la espada siempre desenvainada para la lucha del día a día para poder sobrevivir y encontrar la felicidad en las vidas que hoy están a tu cargo. Entre esas vidas, la mía, que hoy en día da frutos de un amor puro y libre como el que he aprendido de ti y que hoy puedo decir gracias abuela por enseñarme a ser mujer. Una mujer de hierro que ve la vida desde otro ángulo porque así como a ti te costo, a mi también me costo aprender a ser mujer, pero hoy soy un gran ser humano.