Un ave exótica, prisionera en una hermosa jaula de oro.
Mira, al través de sus barrotes el mundo feliz que fluye.
Nostalgia hay en su corazón, pero no hay, por ahora, solución.
Canta su canto dulce, triste, precioso, para hacerse compañía.
Le admiran por su plumaje y su canto sin igual,
si, por capricho del destino, los perdiera, ¿quien sabe que futuro tendrá?
Su ser interno es poco valorado, además ¿a quien le importa?
Todas las mañanas recuerda su amor distante,
los días con él pasados, el amor dado y recibido,
este recuerdo encendido, le hace sentir una profunda melancolía.
Quizás sea mejor morir, se repite internamente,
pero le mantiene viva la esperanza, de algún día, vivirá libremente,
encontrándose nuevamente, con ese su amor bendito.
Sueña con las cascadas, con la natura verde e indómita,
con las montañas surcadas, con los tramontos vividos,
con los amaneceres tan sentidos, con la fauna tan variada,
el riachuelo con su dulce canto, la lluvia en la madrugada.
Recuerda el aire puro, de su selva tan querida,
también las noches sin luna, oscuridad tan temida,
la seguridad que le brindaba, su cálida guarida.
Todo esto perdido por una captura sufrida.
En las noches se acurruca, se duerme silencioso,
las lagrimas se presentan en torrente copioso.
Solo espera que esto sea preludio de algo maravilloso.