Que tarde esta tarde
es ya, territorio vacilante,
de luces y sombras.
Los pájaros se llaman
a la pausa de sus cantos,
caen los brazos titubiantes
del trabajador.
Las palabras son más lentas
El río se lleva a lejanos confines,
los sueños de mi villa,
hecha de lonas de plásticos y latas.
La mortecina luz, de sus ojos de candiles de aceite,
se desmayan inexorablemente en su morena ribera.
La realidad se aleja a hurtadillas.
Tú ya duermes,
me siento en la cama
miro la pobreza que nos rodea,
pongo mis manos detrás de mi cabeza,
intento soñar despierto.
Pero las quimeras de un futuro mejor,
raudamente pasan,
montadas sobre el bravío lomo de un relámpago indolente.
Ya es noche... llueve,
la sinfonía de las goteras del techo a pleno,
corro la cama...
Mañana será otro día.
L.M