Juntos en la cama
hablamos.
Su voz casi apagada
fluye despacio
y como marioneta
se va desmayando.
Sus ojos cansados
hallando el sueño
son todo párpados,
casi vencidos
por el cansancio.
Me da un beso
buscando mis labios,
y se queda dormida
diciendo “Te amo”.
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Autor: Alejandro J. Díaz Valero
Maracaibo, Venezuela