La tarde caía
triste y polvorienta.
El agua cantaba
su copla plebeya
en los cangilones
de la noria lenta.
Antonio Machado
Yo a ti te azuzo: ¡arre, burrito arre que te arre!
¡no pares ni descanses de mover la noria!
trotando gira, el polvo con el rabo barre,
que a tu esfuerzo y sudor le esperará la gloria.
Sigue manteniendo tu ritmo cadencioso,
lleno de silencios, monótono y constante,
pausado, cauteloso y nunca vacilante,
aunque parecer pueda ser parsimonioso.
Observa como tu trabajo sostenido
mueve con suma precisión los canjilones
regando el líquido elemento recogido
para saciar de sed los áridos renglones.
Que tu trabajo es un ejemplo de constancia
en el que debieran mirarse los mirones
que únicamente hacen alarde de vagancia.
Y que, aunque haya algunos que duden, tu elegancia,
junto a tu laboriosidad les da lecciones,
¡tu eres mucho más listo que ellos de aquí a Francia!.