Voy a terminar odiándome a mí mismo
si en lo pronto no te siento cerca
o acaso dejes de mirarme mañana,
para entonces ya te habré llorado.
Me tiraré como los rayos a las puntas
y caeré como esas piedras al vacío,
así como mis lágrimas al labio, solo
si en tus pensamientos no me encuentro.
Mis palabras rozarán tu oído implorando
amada, dame tan solo una sonrisa
y entonces mañana acariciaré con luz
la brisa que se oculta cuando te vas.
Estaré para causarte grandes alegrías,
cual gozo en fiestas celestiales, pecador
que por gloria al cielo la mirada ha vuelto,
susurrando tu nombre lentamente a Dios.
Lentamente a Dios...
lentamente...
a Dios
adiós.