HOY MIRÉ A LAS ESTRELLAS Y TE VI
Hoy miré a las estrellas del cielo, por enésima vez,
asombrándome, tan perplejo como siempre lo hice,
tal como cuando, del agua, asoma su cabeza el pez,
o cuando, afuera de la tierra, nos espían las lombrices.
Así, ¡pierde sentido todo aquello que había interpretado!;
sobre la política y los patriotismos, y las estúpidas fronteras;
sobre los fanatismos y lo que de las religiones me han enseñado;
sobre las guerras y discordias o tomar partido por una bandera.
Entonces, ¿de qué sirve sembrar esfuerzos intrascendentales
si en el final penoso de este maravilloso juego de la Vida
cosecharemos solo el producto de momentos especiales,
llevándonos nada más que la experiencia recogida?
Por eso, me asombro especialmente cuando observo
cómo se pelea contra el Tiempo, a favor de vanidades,
de insanos egoísmos o de recuerdos tristes que conservo,
apegándonos a nuestras tontas costumbres y trivialidades.
Así que me imagino a dioses todopoderosos observando,
¡sorprendidos! riéndose de nuestra estupidez humana,
porque desperdiciamos oportunidades, deambulando,
perdidos, prestando solo atención a cosas mundanas.
Siempre es preferible que te asombres por las estrellas,
por el nacimiento de un ser vivo o por vivir un nuevo día,
por tu propia vida, que debe sorprenderte por ser tan bella,
a pesar que te acorralen congojas, problemas o malas energías.
Entonces, ¡así yo te veo entre los átomos y en los astros del cielo!
¡en los campos del mundo, en las montañas y en todos los mares!
¡y junto a todos tus dioses, en todas tus esperanzas y en tus anhelos!
¡en tus descubrimientos, en tus logros, en tus amores y en tus cantares!
Eduardo Faucheux
09-10-2014