¡Ay, vida! ¿Cuánto has jugado conmigo?
Me llenaste de infinita alegría,
Me diste una celestial compañía
Que me brindo con ternura su abrigo;
Y de repente quedé en el olvido,
Siguió la tormenta a tanta armonía,
Me arrebataste lo que más quería,
En mar sin rumbo me encontré perdido.
¡Cuánto he llorado por tan grande ausencia!
Mas soporté tan inmenso dolor;
Sigo anhelando su grata presencia,
Sigo extrañando su infinito amor:
Ella se fue, pero olvidó su esencia:
Un dulce alivio para el corazón…