Un ángel en mi puso
los versos de su estrella,
sin darme el nombre de ella
ni el paradero oculto.
Por la noche infinita
en el poema fulgen
los buscados vislumbres
de gemas de sus minas.
Soy el único en ver
sus plateados rayos
y oír su claro canto,
sólo yo les doy fe.
Cada poesía exhala
poco a poco mi vida,
en volátiles rimas,
de las venas de mi alma.
Doy gracias que, en el Cielo,
un espíritu hermano
aspire el mismo hálito,
entre labios de fuego.
Y ansío descubrir,
pronto, mi pecho oscuro
a su corazón puro
de luz de su país.